Nunca Mueren Los Deseos (Sabrina y Fernando)

Chapter Capítulo 19



Capitulo 19 “Esta equivocado, sefior Santander. Sabrina se obligé a contener
las oleadas de humillacién y malestar que sinti6 ante las duras palabras de
Fernando y enderez6 la espalda. “Fue un accidente, no lo hice a propdsito”.
Fernando se burl. ¢Un accidente? No crefa ni una sola palabra de lo que ella
acababa de decir. Sus ojos se oscurecieron. Su voz era ronca y con un toque de
intimidacion. “Sra. Bracamonte, espero que recuerdes lo que te dije. No me
gusta repetirlo“. ¢De qué estaba hablando? Sabrina estaria tan feliz si no tuviera
que volver a verlo. Ella estaba tratando de mantenerse alejada del hombre. Ella
no trataria de hacerle la vida dificil apareciendo ante el mismisimo diablo una y
otra vez. Ella atesoraba su vida y su trabajo. Sabrina se mordi6 los labios. No
queria tener que volver a explicarse. Fernando no iba a cambiar su opinién
sobre ella. No tenia sentido que intentara salvar su reputacién. No iba a creer
una sola palabra de lo que dijo. Ella respiré hondo. Iba a hacer su trabajo. Su
voz tembl6 ligeramente mientras trataba de inyectar una dosis de sinceridad en
ella. “Sr. Santander. Javier me dijo que le entregue nuestros planes para la
segunda mitad del afio. He hecho exactamente eso. ¢Puedo irme ahora?”
Fernando sinti6 la urgencia de mantener a Sabrina en su oficina. Probablemente
penso que ella le habia tendido una trampa. Después de que habia pasado hace
un afio, de alguna manera habia encontrado un trabajo en su edificio. Ella debfa
tener algo planeado. Quizas este era simplemente otro de sus trucos. Ella
estaba tratando de atraerlo fingiendo desinterés. “Puedes irte después de que
termine de leer la propuesta®, dijo Fernando antes de apartar los ojos de
Sabrina. Agarré el archivo que habia arrojado sobre su escritorio momentos
antes y comenz6 a leerlo con atencién. Sabrina se par6 en silencio frente al
escritorio de Fernando, con el dolor aumentando gradualmente en sus senos.
Tenia que sacarse esa leche de los pechos. Sino lo hacia ahora mismo, sus
pechos iban a explotar. Sabrina luché bajo el dolor agonizante de sus senos
hinchados. Era como tener dos enormes rocas colgando de su cuello. Se clave
las ufias en las palmas de las manos. Pequefias medias lunas rojas aparecieron
en su piel mientras pequefios picos de dolor la golpeaban. El dolor era una
distraccion de la agonizante hinchazén de sus pechos. Pero fue una distraccién
de corta duracién. La hinchazén en sus senos crecié. Gotas de sudor frio
comenzaron a aparecer en la frente de Sabrina mientras la agonia le pasaba
factura. No se atrevi6 a disculparse y volvié corriendo a su escritorio. Todo lo que
podia hacer era soportar el dolor en silencio. Al final, Fernando terminé con la
propuesta, la frente de Sabrina estaba empapada de sudor frio. Sus ojos
estaban bordeados de enrojecimiento. Las ufias se le habfan hundido
profundamente en la palma de la mano y le habian hecho sangre. “¢ Es esto lo
que llamas una propuesta?” Fernando cerré el archivo y miré hacia arriba. Fue
entonces cuando se dio cuenta de que algo andaba mal con Sabrina. Su frente
brillaba con transpiracién. Sus ojos

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estaban rojos. Parecia una victima de hostigamiento que sufria en silencio.
Fernando frunci6 el cefio inmediatamente. Observé las manchas humedas en su
blusa antes de finalmente hablar con voz helada. “Sra. Bracamonte, mirese
ahora mismo. ¢ Qué estas tratando de decir? ¢ Que yo soy el matén aqui?
Sabrina se mordié los labios y miré al hombre. Ella queria decirle “si“. Si, el era.
De hecho, ella habia sido la victima todo el tiempo. Desde esa noche hace un
afio, habia sido victimizada sin una buena razon. Y le habia arrancado la cabeza
de un mordisco por ello. Luego la acusé repetidamente de tenderle una trampa.
Estaba convencido de que su aparicion en su oficina habia sido otro de sus
trucos para seducirlo. Como castigo, le dijo que se quedara alli y esperara
mientras él leia la propuesta. Sabrina deseaba poder gritarle al hombre y decirle
cuanto habia sufrido. Pero no pudo. A ella no se le permitié eso. No cuando
todavia tenia que lidiar con Pamela y su madrastra, no queria lidiar con otro
enemigo mas. No queria aumentar sus problemas. Simplemente reprimié sus
sufrimientos y metié todo en una caja. Hablé en voz baja y sin ira. “Claro que no,
sefior Santander. Estas equivocado®. Después de un momento, Sabrina respird
profundo y continu. “Sr. Santander, al parecer tiene algunos comentarios sobre
el plan que hemos preparado. Si me permites tenerlos, se los pasaré a mi
director gerente“. Fernando mir6 a Sabrina. Sin previo aviso y se puso de pie.


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