Nunca Mueren Los Deseos (Sabrina y Fernando)

Chapter Capítulo 32



Capitulo 32

Sabrina retiré la mirada mientras le susurraba a Javier, que le estaba aplicando
un medicamento: “Sr. Hamilton, terminé. ¢Volvamos a nuestra oficina?“.

Esto era lo que Javier tenia en mente también. Sin embargo, queria hablar con
Fernando sobre algunos proyectos relacionados con el trabajo antes de irse.
Javier cerr6 el frasco de la medicina antes de ayudar a Sabrina a levantarse de
la cama. Parecia que el dio una vez mas se toc sin querer.

Después de que Fernando, que estaba sentado cerca de ellos, not6 eso, un
destello de resentimiento brillé en sus ojos. Parecia que después de que aquella
mujer lo habia manipulado previamente, destaba lista para cambiar de objetivo
ahora?

Fernando hablé en un tono despreocupado: “Es muy carifioso con su personal,
¢no es asi, Sr. Hamilton?” Sin embargo, Fernando se dio cuenta de que el
comentario que hizo soné bastante fuera de lugar.

¢Sonaba como si estuviera celoso?

¢Estaba celoso? jEso seria ridiculo! ¢ Como podia estar celoso cuando de todos
modos no tenia ningtn sentimiento hacia una mujer tan

manipuladora, verdad? Fernando inmediatamente purgé ese pensamiento de su
mente y continu atendiendo sus heridas.-

Sin embargo, parecia que Javier ignoraba el conflicto entre Sabrina y Fernando,
lo que le hizo suponer que Fernando lo estaba elogiando, por lo que
inmediatamente dijo: “Ay, sefior Santander, es mi deber cuidar a los miembros
de mi personal“.

“Sr. Santander… Ya hice los cambios sobre el horario de trabajo que le
enviamos ayer, Sin duda sera de su agrado®.

Fernando le dio al dio una mirada fria antes de responder con un suave grufiido.
Parecia muy desinteresado en discutir sobre el proyecto de trabajo.

Para Fernando, Javier era un hombre con segundas intenciones. Ya podia decir
cuando compré su compafiia. Lo nico era que carecia de

habilidades para igualar sus ambiciones salvajes. Habia una alta probabilidad de
que el proyecto fuera una completa pérdida de tiempo.

Después de terminar de escuchar una respuesta tan fria de Fernando, el
corazén de Sabrina latié con fuerza cuando instintivamente mir6 la mirada
amenazante y aguda de Fernando. Se pregunté por qué el hombre la miraba tan
fijamente.

¢Es posible que piense que estoy intentando acercarme a él de nuevo de forma
intencionada?

Sabrina realmente se quedaria sin palabras si eso fuera exactamente lo que
estaba pensando Fernando.

Para evitar mas malentendidos, Sabrina sali6 corriendo y dijo: “Primero subiré a
preparar los documentos para la reunion, Sr. Hamilton®.

Sin embargo, Javier en realidad queria subir las escaleras con ella, por lo que le
impidié irse y le dijo: “Por favor, espere un segundo, Sra. Bracamonte, Deberia
quedarse y escuchar los consejos del Sr. Santander, también seran muy utiles
para tu trabajo”.

Parecia que Javier estaba halagando a Fernando de una manera muy informal.
Sin embargo, Fernando parecia completamente desinteresado en él.

Fernando simplemente cerré los ojos y respondi6 en un tono frio: “Necesito estar
solo por un momento, Sr. Hamilton.

Fue solo después de que Fernando dijo eso que Javier se dio cuenta de que
estaba siendo demasiado agresivo e inmediatamente se disculpé mientras
bajaba la cabeza: “Lo siento mucho, Sr. Santander. Lo dejaremos en paz
ahora.

Sabrina dejo escapar un suspiro de alivio mientras escuchaba. Finalmente pudo
regresar a su oficina.

Después de que Sabrina y Javier se fueron, Fernando no pudo evitar preguntar
mientras las doctoras lo atendian: “¢ Qué le pasa a la Sra.

Bracamonte?”

“Oh… la Sra. Bracamonte… bueno, ella esta bien, no es mas que un simple
rasgufio de todos modos. No se preocupe®. La doctora de mediana edad
respondi6 respetuosamente.

Fernando asinti6 con la cabeza. Sin embargo, se dio cuenta de que se estaba
comportando de manera extrafia antes.

¢ Por qué todavia me importa lo que le pasé a esa mujer?Books Chapters Are
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Fernando inmediatamente se frot6 los parpados mientras descartaba todo
pensamiento sobre Sabrina de su mente mientras esperaba a que las
enfermeras siguieran tratando sus heridas.

Después de diez minutos, la frente de Fernando habia terminado de ser tratada.
Fernando se puso de pie y salié de la clinica con su asistente.

Su asistente, Ramiro, lo seguia de cerca mientras miraba las manchas de
sangre en la camisa blanca de su jefe, susurré: “Sefior Santander, le traeré ropa
limpia inmediatamente*.

Fernando no mir6 hacia atras ya que simplemente respondi6 con un suave
grufiido mientras continuaba caminando hacia afuera.

Sin embargo, justo cuando estaba a punto de llegar al ascensor, su teléfono
movil comenzé a sonar en su bolsillo. Era de la Sra. Santander.


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